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DE MI PROPIO EXPERIMENTO

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juguete roto
somos todxs

Fabricados con los restos de mis restos y de mi obsesión con organizar los restos ajenos: con bases de juguetes rotos o abandonados, recuperados y hermoseados a fuerza de retacitos de galones de mis abuelas y el final del tarro de alguna pintura restante de un vestuario murguero.

Nacidos de mis propias ganas de jugar y de hacer jugar ♡

Su poder se activa cuando les prenden velitas o les sahuman alrededor. Aman protagonizar altares, las lucecitas de colores y la navidad es, claramente, su época favorita. Piensan, al igual que yo, que si uno tiene suerte, en esa celebración -y en todas las demás- los juguetes y el jugar son protagonistas ☆

Hace aproximadamente un año y medio (o el tiempo que haga desde que Gastón, una de las marikas que me salvó la vida, bailó por última vez) se me presentó la primera manifestación literal de una custodia involuntaria, inesperada, personalizada.

Custodia en forma de animalito de plástico deslucido, de juguete roto, abandonado, convertido en joya preciosa, dragueado.

A quién se le ocurre draguear un juguete? Y a quién - en sus cabales - se le ocurriría decir que esa conjunción de deshechos, sancocho producto de intenciones sustentables, acumulación sintomática y un desprecio absoluto por los desvalores y despropósitos del mercado es un GUARDIÁN de la infancia?

Es realmente un potencial cacho de relleno sanitario, una posibilidad consciente de registro y nutrición de esx niñx que supimos ser?

En mi caso: si, claro que si. Psicomagia, inconsciencia, macumba, sincro, casualidad.

Ha sido y es una excusa, un permiso, una habilitación, una posibilidad de conocerme y reconocerme en todas estas nenas que fui, en la que se enteró a los 37 que había visto nieve por primera vez a los 4 (y no a los 16 como creía) en la que flasheaba Gospel en los Agustinos Recoletos y en la que ya demostraba intensidades puber enfundada en la capa dorada de mi madre y el vestido quinceañero de mi hermana entre chilindrinas sosas y damas antiguas de alquiler.

Me choque con mis propios prejuicios frente a saberes que me vienen salvando esta nueva vida y que hoy, sostengo, deberíamos facilitar a todes. hacerlos inclusivos, accesibles, paritarios. No imponerlos, compartirlos.

Después de todo, el despeje de tanta nube propia, dio como resultado a una niña asustada, muerta de miedo, a la que todavía estoy intentando descifrar como atender y acompañar para volver a salir a jugar en  este mundo roto, de nuevo.

Y con un nuevo twist frente a lo tantas veces revisado: que no hay otra manera de salir de la infancia sin romperla o romperse.

Juguete roto, somos todos.
Pisando los 40 me reviento las uñas de glitter y me pinto los labios para ir al super en botuflas. El juguete dragueado resulta que soy yo.
Las marikas me salvaron la vida, bien sabido es.

Me salvaron de mi versión más seriada.

Me regalaron el coraje y me devolvieron los colores.

Son mi norte y ejemplo de libertad, de belleza, de lealtad de familia, de comunidad, de revolución.

Son el lugar en el que la Luli chiquita, muerta de miedo de las reacciones frente a sus propias versiones, no tenga que andar pidiendo tanta disculpa por su deseo, por su forma de amar y de amarse.

Y el avatar para acompañar en ese camino a otras infancias en curso.

De mi propia custodia sostenida ya salieron los Pesebres de familias elegidas.

Intenciono ampliar el alcance de esta revolución lúdica.

Ampliaremos!

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